La estrategia de gestión de cuencas establece los objetivos y aspiraciones a largo plazo en materia de gestión de recursos hídricos, y cómo habrán de alcanzarse. Por lo general, la estrategia abarca un período de diez a veinte años, determina el rumbo general de la gestión y sirve de base para desarrollar planes de gestión o de acción detallados entre tres y seis años de duración.[1]
A veces, los planes pueden desviarse de su rumbo por causa de acontecimientos imprevistos o cambios en las personalidades o prioridades políticas. Por consiguiente, es aconsejable buscar que el plan tenga la resistencia suficiente para hacer frente a tales presiones o impactos de origen externo.
Estas estrategias se desarrollan mejor si participan todas las partes interesadas; para lo cual se puede o no implementar 5 elementos claves:
- Identificar problemas.
- Fijar prioridades.
- Identificar opciones de gestión.
- Analizar costos y beneficios.
- Evaluar riesgos.
Es aconsejable que el documento donde se consigne la estrategia sea un plan de gestión oficial, formalmente aprobado, que indique cómo se coordinarán las iniciativas de todas las partes interesadas (tanto públicas como privadas), y que especifique las reglas y normas que habrán de implementarse en la cuenca. La declaración debe ser de fácil acceso para todas las partes interesadas y debe constar en un formato que todos puedan comprender.
1. Identificación del problema
Un método útil para identificar problemas son los estudios de alcance, también pueden utilizarse otros métodos, como por ejemplo el de la evaluación inicial de impacto. El objetivo es entender en términos generales cuáles son los problemas, su gravedad, a quiénes afectan y las posibilidades de concretar resultados en el corto plazo. La definición de alcance o scoping, es una manera de asegurarse que todos los aspectos de un problema sean considerados. Los responsables de la gestión de cuencas pueden hacer esto de muchas formas, como encuestas o talleres. Esta modalidad de definición de problemas ayuda a los administradores de cuenca y a las partes interesadas a trazar los límites del asunto en términos de qué soluciones están al alcance del organismo de cuenca, y qué aspectos están fuera de su jurisdicción. Cuando se hacen en una primera instancia, los estudios de definición de alcance sirven para elaborar planes estratégicos de largo plazo y planes de acción de corto plazo.
El método de matriz es otra forma de evaluar y priorizar la importancia, el alcance y el contexto de los problemas que enfrenta la gestión de recursos hídricos en la cuenca en general.
2. Prioridades
Para fijar prioridades se pueden utilizar los modelos y las herramientas para la toma de decisiones. Tales prioridades también reflejarán los recursos financieros disponibles para resolver los problemas. Al elegir los problemas más fáciles en solución, el organismo de cuenca rápidamente podrá alcanzar logros sustanciales, forjando una sólida credibilidad hacia sus partes interesadas.
3. Modelos y herramientas para la toma de decisiones
Los avances en informática, en particular los sistemas de información geográfica (SIG) y los sistemas de apoyo a las decisiones (DSS), han mejorado en gran medida la base para la toma de decisiones en la gestión de cuencas hidrográficas de muchos países. Tales herramientas son medios para un fin, y no reemplazan sino que más bien complementan las habilidades de administradores bien capacitados y los procesos de consulta.
Los modelos y las herramientas para la toma de decisiones se basan en los conjuntos de datos de los sistemas de gestión de información de cuenca. Los sistemas de información geográfica sirven para integrar y analizar los conjuntos de datos ecológicos y ambientales y presentan los resultados en forma espacial. Los sistemas de soporte de decisiones toman diferentes escenarios y muestran lo que sucede cuando se modifican los parámetros que se miden. Estas herramientas pueden ser empleadas por grupos o por individuos en oficinas, talleres, o incluso desde el hogar, si está habilitado su acceso por Internet. Otra de sus ventajas es que promueven la transparencia[1].
4. Identificación de las opciones de gestión
La identificación y el reconocimiento de la acción deben producirse en diferentes niveles:
- a nivel local, para explotaciones agrícolas, propiedades o barrios específicos, áreas turísticas o ecosistemas frágiles, tales como los planes de gestión de emplazamientos;
- a nivel de sub-cuenca, donde existen temas de carácter transversal que requieren una escala de gestión más amplia, tales como los planes de gestión de agua pluvial, el control de la contaminación, etc.;
- a nivel de toda la cuenca, donde el gobierno y otras instituciones deben tomar medidas, por ejemplo, con respecto a la distribución de costos, los incentivos tributarios, las leyes para reducir la contaminación, la reducción de la pobreza, el desarrollo de la capacidad de los grupos de usuarios del agua, etc.
5. Evaluación de riesgos
Un tema clave en el desarrollo de los planes estratégicos de gestión de cuencas a largo plazo es la evaluación de los riesgos planteados por inundaciones, sequías u otros desastres naturales y la creación de medidas que alivien dichos riesgos.
Los sistemas de planificación deben ser creados de manera tal que puedan incorporarse inmediatamente nuevos datos e información a medida que se dispone de ellos. Por lo general, no existen soluciones técnicas simples para algunos de los escenarios, y los administradores de cuencas a menudo necesitarán combinar estrategias institucionales (blandas) y estructurales (duras) en sus planes para minimizar estos riesgos.
Referencia
1. GWP e INBO (2009). Manual para la gestión integrada de recursos hídricos en cuencas.