Tenemos mucho aprecio por nuestros seguidores, los consideramos nuestros amigos y sabemos que al leer lo que publicamos tienen un criterio amplio por lo que el título de este artículo no les sonará a blasfemia. Como dijo una canción de Los Prisioneros, es hora de "mover las industrias" y pensar como vamos a cambiar nuestra normativa ambiental y de recursos hídricos para asegurar que el desarrollo de nuestros países sea sostenible con el ambiente; y para que este desarrollo se de efectivamente.
La evaluación en lo técnico, no en lo normativo
Dependiendo de la actividad, son distintos los puntos clave a considerar. Por ejemplo, en el caso de minería son los impactos en calidad y cantidad de agua superficial y subterránea, mientras que centrales térmicas se enfocarán en emisiones aéreas, y las embotelladoras se centrarán en suministro de agua y temas de sostenibilidad. Entonces, si nos enfocamos en los aspectos técnicos de la actividad en lugar de ver temas normativos de plazo, requisitos... podremos hacer mejor gestión ambiental? Pues claro que si, ya que hemos empleado ingeniería en la priorización de evaluación de impactos.
La desgracia de ser formal
En países emergentes que buscan acercarse a un concepto de "desarrollo" que si bien es compartido, nadie sabe como es exactamente el desarrollo que buscamos. Los países latinos nunca han sido potencia, ningún país ha pertenecido a la G7 ni tampoco tienen un PBI basado mayormente en procesos de manufactura. Y hay que aceptarlo, los países de América Latina extraen y exportan materias primas porque siempre lo hemos hecho y porque no nos han enseñado a procesar nuestros productos.
En nuestros contextos, la formalidad se traduce en el cumplimiento de enooormes cantidades de reglamentos de distintos sectores en constante y dinámica evolución. El hecho de ser formal está visto desde un aspecto moral por el hecho de "estar haciendo lo correcto" en lugar de un sentido práctico que ayude a la eficiencia y sostenibilidad de nuestra industria.
Y allí viene la paradoja de la industria formal e informal. La formal severamente lastrada, con cadenas que frenan su avance en un mundo globalizado mientras que la industria informal incumple, corrompe y contamina, pero en cierta manera asegura su existencia. Y la respuesta de la industria es la generación de lobbies, haciendo más bipolar la toma de decisiones.
Faltan líderes en la promoción de la inversión privada, y estamos hablando de personas que logren demostrar que el desarrollo es para todos. Pero también falta pensar en una legislación ambiental y de recursos hídricos que asegure y fomente las actividades en lugar de ser "un requisito más"
El tecnicismo
Hay un dicho que versa: Los pueblos tienen los líderes que se merecen. En nuestro caso, tenemos la reglamentación que nos merecemos, que es una reglamentación no concensuada, ausente de evidencia científica, arbitraria, voluble, hecha con las mejores de las intenciones pero no con las mejores capacidades.
En el caso de Perú, nos identificamos mucho con la comida del país; pero nos identificamos con el desarrollo del país. Y nuestro quehacer profesional se basa en el cumplimiento de requisitos, en la presentación de papeles y siempre que busques una autorización encontrarás que te observaron por un tecnicismo, por una fecha o porque la tabla no tiene las coordenas en UTM, o porque tenías que presentar certificado de calibración de tu pHmetro, o porque las series hidrológicas no podían ser descargadas de la Internet sino compradas. Y si no cumples todo eso, pues estas en falta con tu estado porque "ley es la ley".
La inversión privada no es mala
Hay que decir algo aunque parezca redundante: la industria y la inversión privada no es mala. Solo en esquemas comunistas se esperaba que el estado sea el principal motor del desarrollo pero ya estamos en el régimen democrático y en la sociedad de mercado. En nuestra realidad la inversión privada es mayormente de actividades extractivas o primarias, pero tenemos que ver más allá, a una transformación de nuestra industria que realice procesos intermedios y genere productos acabados, aparte de enfocarnos en las tecnologías de la información.
Si preguntamos a nuestros reguladores si su reglamentación está de acuerdo con el desarrollo tecnológico de país probablemente te dirán un discurso bonito, pero no cierto. Nuestra reglamentación es producto de luchas, pasiones, desigualdes, lobbies, marchas pero no de una visión de desarrollo.